El inicio
El sol se había puesto bajo los bosques de Karjick, la luna alumbraba nómadamente nuestros rostros, y los gritos y estruendos se oían a no muy lejos de allí.
El miedo carcomía mi mente, y el sudor se deslizaba sobre mi espada, como rocío sobre las hojas del bosque, las primeras llamas se veían a unos quinientos pies de aquí, y tanto yo como mis compañeros, no podíamos sostener con pulso firme nuestras armas, el dolor, la muerte y el sufrimiento se acercaba, los días estaban contados, y podría haber jurado que ese no sería el último para mí, de pronto la última bandada de pájaros sobrevoló nuestras cabelleras, y los pasos de los orcos, se hicieron cada véz más notorios, hasta que de pronto se silenciaron completamente... sin más espera mi tropa se acercó solo lo suficiente para saber a que se devía la muerte de los pasos, y no obstante unas cien flechas estaban volando sobre nosotros, la mitad de los nuestros había caído... si nos derrotaban tendrían paso libre a la ciudad, y el recuerdo de nuestras familias, creo yo, era lo único que nos mantenía a salvo...
atrabezamos los primeros arbustos, el ruido fué nuestro único error, y de pronto de las ramas de los arboles más de setenta orcos se abalanzaron sobre nosotros, peliamos hasta dar el último suspiro, pero ya no quedaba más de nosotros... todos habían muerto, solo quedaba yo, y Rindar, mi compañero de batalla, las manadas de orcos no cezaban, y nuestra única opción era la fétida rendición, estabamos obligados, nos torturarían, nos matarían, pero no les importaba nuestro humilde poblado, solo necesitaban la espada... esa maldíta espada...
Continuará.
Saludos, Knugh.