La puerta verde

Miér 20 Oct 2010, 14:53

Allí estaba, el anciano Spud, sentado en su mecedora frente al fuego, mientras pensaba que la vida se le escapaba.
Al enano, le encantaba contar o inventar historias.
El estaba casi por dormirse, hasta que su hijo llega con sus nietos para que los cuide. Los niños apenas llegaron, se sentaron frente a el, esperando su historia diaria.
El hombre, tocando su larga barba, pensó que les contaría hoy.
Hasta que con un gesto de exclamación empezó a relatar la historia.
Cuando era pequeño, a el también me cuidaba mi abuelo. Un día que llegó a su casa y no había nadie, entró por si mismo y aprovechando la soledad, la curiosidad lo mató y lo obligó a observar en el cajón de un viejo y enorme armario que su abuelo nunca lo dejaba ver.
Luego de abrirlos, no había nada en ellos, pero en el mas pequeño vio una gran llave antigua, que luego de agarrarla y probar en todas las puertas que había, no encajaba, la volvió a guardar con desilusión"
Para evitar la tristeza, tomo una espada de madera y se dirigió hacia el patio a disimular fantásticas peleas contra dragones, ogros y demás criaturas.
Arrojó la espada hacia el aire y se golpeó contra una pared, que no sonó como concreto, sino como madera. Corrió unas plantas, flores y enredaderas y vio una gran puerta azul, con sus ojos grandes de la impresión, fue directamente hacia el armario y agarró la llave para intentar abrirla.
Ya en el patio, frente a la puerta, elevó su mano lentamente para quitarle el seguro y luego de un largo suspiro, la abrió.
Del otro lado de la puerta, había un, largo camino hacia un castillo gris y oscuro al que caminó con temor.
El clima en el castillo era frío, casi con lluvias y muy nublado, mientras que del otro lado de la parde hacía calor y estaba soleado.
Cerca de la entrada vió a una mujer alta, delgada que vestía de negro que le preguntó quien era, y luego de escuchar la respuesta le dijo que se largara, que el no debía estar alli. El se retiró, pero escuchó un grito a lo lejos, en la puerta del castillo, era un niño similar a el que le dijo a su abuela que se quedara, la abuela lo aprobó y los niños se conocieron.
El pequeño Spud le preguntó como se llamaba, pero el niño no sabía.
Le preguntó cuantos años tenía, tampoco sabía.
Le preguntó donde estaban, tampoco tenía idea.
Le dijo que le preguntara a sus padres, el dijo que no tenía padres.
Le dijo que le pregunte a su abuela, el dijo que ella tampoco sabía.
Le ofreció para jugar a las escondidas, pero el no sabía.
Luego de enseñarle y jugar un corto tiempo, la anciana le dijo qeu no hagan tanto ruido y le dijo que se valla.
El niño "anónimo" le dijo que volviera al otro día.
Así fue, al otro día Spud se presentó en el castillo y ambos entraron. El vio la suciedad del castillo, ademas de las ventanas cerradas.
Fueron a la cocina, donde había un anciano, era el abuelo del niño "anónimo", que estaba pelando papas. El pequeño, al que llamaremos "Cris", le preguntó que ivan a comer, y recibió de resultad un simple "papas" y que mas? "papas" dijo nuevamente.
Spud le enseño a hacer una tortilla y se la dio para que la probara, el muy gustoso, intentó hacer otra y la volvió a comer.
Spud le dijo que le mostrara su habitación. Allí, vió que era un salón muy grande con una cama y una mesita con una vela.
Siguieron recorriendo las habitaciones y en una de ellas, había muchos juguetes, tomaron algunos y los llevaron a su habitación.
Allí, aparece la anciana con su vestido negro que les obliga a devolver esos juguetes y que hagan otra cosa.
Spud les ofrece para ayudarlos a limpiar el castillo. Luego de mucho tiempo, el catillo era hermoso y luminoso.
Al otro día, lo recibió la anciana con un nuevo vestido azul y blanco, con una sonrisa en el rostro y una silla en la mesa, el anciano había echo una torta. Todos la comieron junto con un vaso de leche.
Spud se sintió feliz, se dió cuenta que su llegada cambió todo.
Se hizo tarde y al pasar la puerta verde hacia la casa de su abuelo, estaba su papa sentado que le preguntó donde estaba y el con la felicidad le mostró la llave y lo llevó allí, pero su papa solo vió una cantidad abundante de casas apiladas.
El niño fue engañado por su curiosidad. ¿O no?