Por ellos, por nosotros, por Independiente

Por ellos, por nosotros, por Independiente
Escrito por Lucas Sawczuk

Estamos a tres rounds de noquear al sufrimiento y abrazar la gloria, a tres escasos pasos de palpar otra vez la magia única que envuelve un logro internacional. Son tres escalones, que no dejan de ser muy difíciles de superar, pero estando tan cerca es imposible no ilusionarse con llegar a la cúspide. Este jueves será otro de los maravillosos días donde es imposible no derramar una lágrima, viendo lo que nos rodea, observando a nuestros hermanos rojos presos de ese delirio que despierta Independiente. Ya no duele el presente como ayer, ya aliviamos ese dolor profundo que este torneo amenazó con volver y agudizarse, nos recuperamos, siempre pusimos el pecho como hinchas, como soldados de un gen que nos dejaron para cuidar como el valor más preciado.

Por eso, además de que los jugadores lo jueguen con el temple de la vieja camada gloriosa de Independiente, nosotros tenemos que hacer nuestra parte en la tribuna. Será mentira o no que un partido lo gana la gente, lo que queda claro es que la energía se
contagia. No seremos sólo cerca de 40 mil personas en el Libertadores de América, seremos los casi cinco millones que tiene el Rojo a lo largo y el ancho del país. Todos, absolutamente todos, esperamos este momento desde hace años. Los más pibes, sobre todo, esos que le pusimos el alma a cada derrota, que lloramos hasta que los ojos ardan, que sentimos el dolor profundo en el corazón por un amor que se moría y lo dejaban morir.

Pero otra vez nos pusimos de pie, porque estuvimos siempre, porque siempre confiamos en que algún día la mística iba a volver, no sólo para darnos un baño de alegría, sino también para quedarse por un buen tiempo, como lo soñamos siempre. Por eso, no
queremos escuchar nada de los demás, no nos interesa lo que diga la envidia eterna, sólo nos importa disfrutar este momento y extenderlo hasta el final, porque solamente nosotros sentimos lo que fue sufrir por Independiente.

Contra Liga no es un partido de semifinal. Es EL partido. Juguémoslo con la sangre glorificada, con el alma de ayer, pero las ganas de hoy, con ese hambre de Copa y esas voces que aún retumban sobre el cemento del Libertadores de América, de esa vieja
Doble Visera, esas mismas voces que forjaron nuestra identidad, que nos dieron historia y esa sangre intoxicada de pasión, locura y delirio rojo.

No nos pueden fallar, no podemos fallar. Queremos ser parte de esta hermosa historia, dejar atrás las desidias y soñar con que algún día le contaremos a nuestros hijos, y a los hijos de ellos, cómo fue ganar la Sudamericana. Tres pasos, tres batallas, tres finales. Jugalo a morir, Rojo. Nosotros, en la tribuna, y en cada rincón del país, vamos a ser tu escudo y tu fuerza. Desealo, hermano, que si lo deseamos todos, se va a cumplir.