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Memorias de un loco
Sáb 15 Feb 2014, 13:33
Sigue el camino
¿Quién soy? Se preguntarán muchos-…Antes de eso, explicaré el por qué de mi existencia, de mi manera de ser, mi vida, mi apogeo, mi destino. Vale muchachos, escuchen; Yo me eduqué con mi familia en Nix, pueblo pesquero cercano a Ullathorpe. Mi madre, aquella bella mujer con ojos verdes como esmeraldas que siempre me recibía con un plato de patatas y un poco de aquél aromático jugo de cerezas, en ése entonces ella era dueña de una pequeña taberna en el centro de la ciudad, era un lugar pequeño pero con clase. Papá era pescador, ¿Conveniente, eh? Pues para un pueblo cercano a la costa, mucho en realidad. El mejor pescado de toda la zona, al menos para mí, era el que se recogía entre las seis y las ocho de la mañana, pero ésa es otra historia. Pese al estilo de vida que mi familia llevaba, había algo que le distinguía de las demás y ésa, ésa era la práctica de la magia, el cual era visto en aquél entonces como una aberración para cierto tipo de personas, aunque a mí me iba y venía para serles sincero. Crecí de manera común y corriente, vamos-…Era monótono y cansino, lo típico de siempre. Sentía la necesidad como todo adolescente de perderme por algún tiempo y fue así como una lluvia de ideas comenzó a azotar mi mente. Soñaba con conocer el mundo, asentar cabeza con una bella mujer, ver crecer a mis hijos-..Despierta niño, aún eres muy joven y ya estás pensando en tonterías, me repetía a mí mismo. Llegué a los dieciocho años, por Dios, tendrían que haberme visto en ése entonces, si me colocaba a un lado de un poste de luz era más probable que le reconocieses primero antes que a mí. No era el muchacho más inteligente del pueblo, a decir verdad, a mi parecer nadie era un inventor del catalejos, si saben a lo que me refiero. Era inmaduro, impulsivo y realmente un soñador.
En fin, cuando tuve la oportunidad de hacerme con algo de dinero, junté un par de maletas y-..Vale, vale, era una sola maleta y me embarqué a aquella tierra de fantasías y sueños, en la cual anhelaba encontrar ese sentido de pertenencia qué había estado buscando, aquello que me hablase y me dijese; -Oye, estúpido. Has llegado. Una pregunta invadía continuamente mi cabeza a lo largo de la travesía, ¿Estaba en lo correcto al haber viajado? No lo sé, y hasta la fecha cargo con esa duda. Para variar, llegué a la costa de Lindos en donde rápidamente abandoné el famoso puerto y marché hacia el oeste, en busca de mis deseos, mi felicidad. Mi búsqueda se resumió en un viejo transporte de cerdos que tomé en la zona de Khoakar Malethor, el cual me dejó cerca de una granja en un viejo pueblo llamado Maliken, en la zona cercana a Banderbill. Busqué un transporte que me acercase a la gran ciudad, vaya sitio más perfecto-… Delincuencia, corrupción, agrupaciones de minorías como elfos oscuros y brujas despechadas que portaban pañuelos y signos de guerra en sus pieles, el viejo Arkhein damas y caballeros. Me repetí a mí mismo, ¿Qué he hecho? Pero no podía simplemente dar la vuelta y regresar, no era una opción para mí. Sería insensato y a la vez demostraría mi falta de emprendimiento. De acuerdo, continúo la historia, para no perderme, el corto periodo de tiempo que llevaba en la ciudad, pasé desapercibido por las calles, una sombra merodeando por aquellos lugares, sin que la gente me notase. Yo les seré honesto, odio la concurrencia y las grandes multitudes, me hospedaba en una vieja cabaña alquilada cercano al puerto de pescadores, ¿Más gente como yo? No me lo esperaba hasta que tomé valor y fui a echarle un vistazo. Llegué y para mi suerte era un lugar bello, recordaba mi vieja ciudad natal, el carisma de la gente, pero entre todo deslumbró una taberna donde también se preparaban carnes, conocida de la zona, llamada El pequeño Nix
Toda mi vida, tratando de alejarme de la vida de la cocina, para verme envuelto como un cocinero en dicha taberna, pese a la cálida bienvenida que recibí al llegar, no estaba sólo, contaba con gente que entendía mis ideales y lo que yo sentía. Tal vez estén pensando, ¿Camarero, cocinero? Vaya trabajo, ¿Eh? Pero ahora les pediré colocarse en mi lugar, mi economía no era la más alta que digamos y mis conocimientos mágicos e intelectuales no eran los más apropiados para triunfar de gran manera. Estuve ahí un tiempo, entablando grandes amistades en mi trayectoria dentro de aquella taberna…Cada vez me sentía más identificado a las personas con las cuales compartía mi vida, tenía nuevamente ese sentido que una familia le aporta a un hijo. Qué gran vida, estarán pensando. .Un camarero que encuentra a su familia en una taberna. Nuevamente los dejo boquiabiertos, muchachos ya que no eran cualquier persona, eran sujetos elegantes, usaban túnicas de seda, collares áuricos, no las baratijas que se compran hoy en día en el mercado, era gente refinada, en fin. Uno de ellos en especial, llegó a tomar un interés especial en mí, el señor Blemhir al cual se le conocía de aquella manera por la zona. Era un señor de aspecto mayor, muy inteligente y con experiencia, del cual pude aprender mucho conviviendo con él. Poco a poco me fui dando cuenta de que todo lo que se cocía en la zona del puerto no solo era lo que se servía en la cocina-...Para mí enorme suerte, el señor Blemhir me ofreció una oportunidad de trabajo con él, la cual sin previa meditación, acepté en cuanto terminó de hablar. Me llevó entonces en su carruaje a una especie de trastienda, en la cual me pidió amablemente que entrara y preguntara por su encargo. El señor que atendía aquel lugar me entregó una daga y un paquete envuelto-… Me pregunté a mi mismo, ¿Qué es todo esto?, me quedé pasmado pero no quise hacer esperar al que ahora sería mi nuevo jefe, así que me decidí tomar las cosas y llevárselas sin rechistar. Ya con las cosas en su vehículo, sacó una pequeña lista de su guantera, llevándome hasta un callejón en donde me enseñó un hermoso carruaje, con un caballo semirojo ahí, y por Dios, tremenda leyenda posaba majestuosamente en dicho lugar. Nada de rengueadas del establo ni baratijas del mercado, un animal espectacular, con los músculos altamente remarcados, y un brillante pelaje pelirrojo. Me dijo que lo siguiera cuidadosamente. El tenía el paquete envuelto y yo sostenía la daga. Me pidió que vigilara el lugar y le avisase si algo pasaba, le entregué la daga y el dejó , mientras aplicaba presión en las bisagras cercanas a la cerradura de la puerta, no dejaba de ver como Blemhir hacía lo que tenía que hacer, hasta que vi unos destellos, ¿Una manifestación? ¿Un desfile? Ya quisiera-…Era un carruaje del imperio, con dos guardias a los costados de esta. Le silbé a Blemhir para que se ocultara y siguiendo sus pasos, nos pusimos detrás de unos arbustos. Cuál fue mi sorpresa cuando Blemhir sacó de su túnica lo que al parecer yo entendía como una vara de mágia oscura, ¿Creían que estaba asustado? Pues no tienen idea. A punto de emitir un grito, Lombardi me tranquilizó y me dijo que me mantuviera en el suelo, por lo que haciéndole caso omiso, cerré los ojos un momento, viendo toda mi vida pasar por mi cabeza pensando, ¿Saldré de esta? Maldición-…Lo que menos quería era terminar en prisión. Fue casi de inmediato cuando escuché una voz que me decía; -Vaya muchacho, parece que has visto a un fantasma. Era Blemhir sonriéndome y riéndose a la vez. Me comentó que no habíamos acabado, al parecer dejó la daga en su carruaje y regresó nuevamente al transporte detenido, pidiéndome que recogiese el paquete debajo del transporte ¿Qué debía hacer? ¿Vale más una decisión moral que el apoyo recibido por alguien al iniciar de nuevo en otro lugar? En ese entonces, no tuve mucho margen de decisión, así que tomé el paquete y se lo entregué. Blemhir con la daga había hecho una hendidura en las bisagras, de manera que la puerta del carruaje quedó abierta. Tomó asiento en el lugar de las riendas mientras yo vigilaba de manera constante una vez más el lugar, sin perderle de vista tampoco a él, ¿Qué había en ese paquete? ¿Otra vara negra, quizás? Pues mis sospechas llegaron a su fin cuándo observé lo que llamaban rompemágia salir de ése paquete. Comprendí hasta ése entonces el por qué de nuestra llegada-…El carruaje era de una persona que le debía dinero al señor Blemhir, tomaríamos el caballo prestado hasta que la deuda estuviese saldada. Escuché el sonido de un conjuro rompiéndose, Blemhir había logrado controlar la mágia que sellaba al carruaje, pidiéndome que llevara el suyo. Asentí y me encaminé a su carruaje, siguiéndole hasta una especie de establo, en el cual los dos caballos quedaron encerrados. Al salir, me propinó un par de palmadas en mi espalda como forma de agradecimiento. ¿Qué había hecho?, me pregunté. Participar en el robo de un carruaje carísimo-… Genial. Pero a la vez despertó un interés especial en mí, no sé de qué manera explicarlo, me sentía manchado, envuelto en basura, una escoria. Hombre, fue la mejor sensación de adrenalina en mi vida hasta el momento.
Blemhir me explicó más o menos de que iba la cosa, me comentó que hacía negocios con otra persona, conocida como Afghard, al cual me presentó. Realmente era una persona con años encima y muy respetada por el lugar. Me ofreció un trabajo y una seguridad que solo un clan o familia te podría aportar. Sin más que el salir el sol todas las mañanas con aquella brisa que me acompañaba en todo momento, aprendí el oficio en poco tiempo, me estaba volviendo muy bueno en ésto, ¿Robar caballos? Profesión algo interesante, eh. Les servía con fidelidad y empeño al señor Afghard y a Blemhir, los cuales me habían adoptado de una manera u otra como su pupilo. El tiempo avanzó. ¿Cuánto tiempo pasó? Se preguntarán. No tengo la menor idea, desde que estoy aquí, no he comprado un solo reloj de arena para contar las horas ni he tenido la necesidad de contar con uno. Ahora me notaba cambiado, había madurado mucho en ciertos aspectos, aprendí a mantener la calma ante todo tipo de adversidades, al igual que a pensar antes de actuar, a como pasar de ser un joven vago, preocupado y temeroso a un hombre organizado, emprendedor y calculador, conservando aún mí conocida fase de soñador despierto. Todo esto gracias a mis tutores. Fui adquiriendo cierta confianza en el grupo, hasta que un día como cualquier otro, me tuvieron la suficiente confianza y estima para presentarme a quien más que el jefe de jefes, al cual le conocían como el Lord Reeamon, del cual había escuchado muchas historias acerca de él. Era un sujeto imponente, digno de respeto y si Blemhir y Afghard eran viejos, éste tipo les hacía lucir en sus años luchadores. Me incliné como muestra de respeto. Ahí mismo ante los tres señores, iniciaría lo que se conoce como la famosa iniciación-…Estaba que se me caían los pantalones. Presenciado por Blemhir, Lord Reeamon, Afghard, me dijo que me acercase y me dictó una especie de juramento, el cual mantengo hasta el día de hoy, inclusive al momento de que la muerte llame a mi corazón, Afghard encendió un madero pequeño y sacó un sello de su bolsillo, la cruz del demonio, le decían-…Signo que representaba mi fe hacia la mágia negra, al igual que las personas que me rodeaban, a excepción de Lord Reeamon. Con el madero encendido, quemó el sello y me dijo que le mostrase mi mano. –Actúa. Me dije a mí a mismo. Sin pensármelo dos veces, levanté mi mano ante él, por lo que colocó aquél sello en mi mano, quedando incrustado el signo divino, que pactaba mi lealtad hacia el clan. -Levanta, desde el día de hoy, eres un miembro de ésta, nuestra familia. Waih Merm. ¿Ya miembro? Nada mal-… Aquí empieza una serie de obras desastrosas y eventos de gran alegría para mí. Finalizada mi ceremonia, fuimos a celebrar a un bar, alzando nuestras copas en alto, recitando viejas anécdotas maravillosas. Qué gran día fue aquél-... ¿Estaba equivocado? Pasaron algunos años y habíamos sufrido grandes pérdidas tanto en nuestro clan como en otros, inclusive el señor Reeamon, estaba encamado, sufriendo por su enfermedad, muchas personas perdieron la vida en ése lapso. Conocidos y amigos míos, con los cuales había compartido varios años de mi vida. Quedé en un estado alterno a mi realidad, ¿Y si soy el siguiente en la lista? ¿Viviré lo suficiente para ver el alba del día siguiente? No lo sé y realmente no estaba dentro de mis planes.
¿Quién soy? Deben estarse preguntando. Ya que al haber escuchado mi vida, tendrán interés por saber quién es éste tipo que me cuenta éstas cosas, eh. Me llaman Erghelim, soy un líder del clan Waih Merm, conocidos como los mágicos en nuestra lengua, el clán más poderoso que controlara el puerto y la ciudad, formado bajo un sagrado juramento, ésta cosa de nosotros. ¿Increíble? No lo sé. Nunca me vino a mi mente que todo terminaría así. ¿Qué pasó después? ¿Todo siguió igual? Bueno-… No tengo ni la menor idea. Por ahora, me retiro a seguir con lo mío, mis tomates no se regarán solos. Hasta otra.
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- Rulo~Nivel 0
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Re: Memorias de un loco
Dom 16 Feb 2014, 22:59
Hermosa historia de Rol!
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