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Leyendas. La toma de lindos
Vie 03 Dic 2010, 10:53
A pesar de haber conseguido una conquista en Isla Esperanza, Lord Thek no estaba nada contento. Algo faltaba… no era suficiente. La ciudad caótica sobre la isla sureña todavía era muy precaria y no podía compararse con la ciudad Real. Es por eso que junto con su Concilio de las Tinieblas, el Maligno Señor Oscuro decidió avanzar sobre la gran Isla de Lindos. Esto no solo significaba una distracción para que el Rey movilice sus tropas fuera de Esperanza, sino también tener el control de un importante pasaje marítimo.
Pero las cosas no salieron tan bien como Lord Thek esperaba. Tan pronto como las Hordas del Mal comenzaron a llegar a Lindos los centinelas Reales de Esperanza notificaron al Rey de la extraña actividad Caótica. Es por ello que al pasar los días comenzaron a arribar a la ciudad de Nueva Esperanza tropas reales, listas para un combate. Por su parte, los barcos Caóticos continuaban arribando a Lindos, depositando provisiones y armamento de guerra.
Finalmente, Lord Thek no pudo ocultar sus planes. La concentración de tropas caóticas en la isla era demasiado grande como para pasar inadvertida. Toda la población estaba expectante, ¿qué iría a ocurrir con Lindos? Los planes del Maligno Señor de las Tinieblas ya no eran secretos: el arquitecto Debrat planeaba construir un puerto sobre el este de Lindos para formar una base naval y movilizarse hacia la lejana isla blanca de Hillidian. Estaba claro que las innumerables filas del mal irían a defender a esta importante figura, es por eso que el Rey necesitaba de sus mejores soldados para acabar con la resistencia y, luego, con él.
Y el día llegó. Las Hordas del Caos estaban agrupadas en el caluroso desierto, cercanos a Arghal, urbe del mal, y a un breve viaje de la ciudad de Lindos. Por su parte, las filas del Rey partirían desde la ciudad en Nueva Esperanza hacia el centro del conflicto. La guerra era inminente, ya nada ni nadie podría frenar la masacre que estaba por llevarse a cabo.
Ambos bandos chocaron en lo que se convirtió en una batalla campal. Los gritos de euforia y odio se escuchaban desde todos lados. Los soldados luchaban sin temor, sin pensar, simplemente con su valentía y su arma. Los arqueros lanzaban sus más precisas flechas, los hechiceros y sus brujerías asesinaban y lanzaban gente de aquí para allá. Detrás de ellos el maligno Debrat continuaba con su cometido, construyendo el puerto que serviría para atacar Hilidian.
Ningún bando se rendía. Cada facción sabía por lo que luchaba y qué significaría una victoria. Mientras los ataques iban y venían, el puerto avanzaba en su construcción. Las fuerzas del Rey parecían dominar los combates, aunque las hordas del mal no se daban por vencidas. Una y otra vez volvían para romper la formación de los Reales. De a ratos lo lograban, pero los refuerzos llegaban rápidamente al campo de batalla y los Reales lograban nuevamente le control de la situación.
Sin embargo, el puerto estaba en su fase final. La supremacía de los Reales no había logrado frenar al escurridizo arquitecto que aparecía y desaparecía rápidamente. La preocupación se instaló en muchos soldados. El ejército Caótico estaba cerca de cumplir con su objetivo. Pero era algo que no iban a permitir.
Las filas del Rey avanzaban decididas hacia el arquitecto. Los soldados Caóticos chocaban contra ellos, pero poco podían hacer ante este organizado puñado de luchadores. Finalmente, lograron atravesar el campo de batalla, solo pasos los separaban del malévolo arquitecto que, esta vez, se encontraba sin escapatoria ni nadie que lo socorra. El resultado fue el esperado, Debrat había sido asesinado y el puente no estaba terminado.
Las Hordas del Mal no tuvieron otra opción más que abandonar la ciudad que a partir de aquel momento formaría parte del “Reino de la Alianza”. Las filas del Rey festejaban la victoria. Lo que habían logrado aquél día no sería en vano. Pero este no sería el fin de la guerra.
Pero las cosas no salieron tan bien como Lord Thek esperaba. Tan pronto como las Hordas del Mal comenzaron a llegar a Lindos los centinelas Reales de Esperanza notificaron al Rey de la extraña actividad Caótica. Es por ello que al pasar los días comenzaron a arribar a la ciudad de Nueva Esperanza tropas reales, listas para un combate. Por su parte, los barcos Caóticos continuaban arribando a Lindos, depositando provisiones y armamento de guerra.
Finalmente, Lord Thek no pudo ocultar sus planes. La concentración de tropas caóticas en la isla era demasiado grande como para pasar inadvertida. Toda la población estaba expectante, ¿qué iría a ocurrir con Lindos? Los planes del Maligno Señor de las Tinieblas ya no eran secretos: el arquitecto Debrat planeaba construir un puerto sobre el este de Lindos para formar una base naval y movilizarse hacia la lejana isla blanca de Hillidian. Estaba claro que las innumerables filas del mal irían a defender a esta importante figura, es por eso que el Rey necesitaba de sus mejores soldados para acabar con la resistencia y, luego, con él.
Y el día llegó. Las Hordas del Caos estaban agrupadas en el caluroso desierto, cercanos a Arghal, urbe del mal, y a un breve viaje de la ciudad de Lindos. Por su parte, las filas del Rey partirían desde la ciudad en Nueva Esperanza hacia el centro del conflicto. La guerra era inminente, ya nada ni nadie podría frenar la masacre que estaba por llevarse a cabo.
Ambos bandos chocaron en lo que se convirtió en una batalla campal. Los gritos de euforia y odio se escuchaban desde todos lados. Los soldados luchaban sin temor, sin pensar, simplemente con su valentía y su arma. Los arqueros lanzaban sus más precisas flechas, los hechiceros y sus brujerías asesinaban y lanzaban gente de aquí para allá. Detrás de ellos el maligno Debrat continuaba con su cometido, construyendo el puerto que serviría para atacar Hilidian.
Ningún bando se rendía. Cada facción sabía por lo que luchaba y qué significaría una victoria. Mientras los ataques iban y venían, el puerto avanzaba en su construcción. Las fuerzas del Rey parecían dominar los combates, aunque las hordas del mal no se daban por vencidas. Una y otra vez volvían para romper la formación de los Reales. De a ratos lo lograban, pero los refuerzos llegaban rápidamente al campo de batalla y los Reales lograban nuevamente le control de la situación.
Sin embargo, el puerto estaba en su fase final. La supremacía de los Reales no había logrado frenar al escurridizo arquitecto que aparecía y desaparecía rápidamente. La preocupación se instaló en muchos soldados. El ejército Caótico estaba cerca de cumplir con su objetivo. Pero era algo que no iban a permitir.
Las filas del Rey avanzaban decididas hacia el arquitecto. Los soldados Caóticos chocaban contra ellos, pero poco podían hacer ante este organizado puñado de luchadores. Finalmente, lograron atravesar el campo de batalla, solo pasos los separaban del malévolo arquitecto que, esta vez, se encontraba sin escapatoria ni nadie que lo socorra. El resultado fue el esperado, Debrat había sido asesinado y el puente no estaba terminado.
Las Hordas del Mal no tuvieron otra opción más que abandonar la ciudad que a partir de aquel momento formaría parte del “Reino de la Alianza”. Las filas del Rey festejaban la victoria. Lo que habían logrado aquél día no sería en vano. Pero este no sería el fin de la guerra.
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Re: Leyendas. La toma de lindos
Dom 19 Dic 2010, 20:34
Fuente:
http://ao.3dgames.com.ar/Html/modules.php?name=Sections&op=viewarticle&artid=27
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