Leyendas. El Destino de Ullathorpe

¿La nueva urbe de Ullathorpe?

A través de dos cartas, ambos jefes de los Ejércitos de las Tierras del Fénix se comunicaron con sus gobernados. Primeramente, el Caos anunció a sus luchadores que existía un plan de atacar la ciudad de Ullathorpe, centro del comercio de estas tierras y, hasta ese momento, una ciudad neutral. No pasaron muchos días para que los pertenecientes a La Alianza recibieran sus noticias y así, llegado el día pactado, ambos ejércitos se encontraran en sus ciudades esperando la hora del asedio: los ciudadanos, reunidos en Nix, y los caóticos, agrupados en Arghal, esperaban ansiosos demostrar la valentía de llevar el mote de “faccionario”.

Los semidioses se hicieron presentes una vez más y, viendo la tensa situación de las facciones, dieron comienzo al combate. Ambos contingentes corrieron hacia Ullathorpe tan rápido como sus cuerpos cargados de armaduras y armas pudieron. La facción real tomó una pequeña ventaja y pudo ingresar con algunos combatientes al centro de la ciudad, donde se encontraban el General Zirak y el General Eloryan, jefe caótico y ciudadano respectivamente. La muerte de uno de ellos definiría la batalla, por lo que el ataque se concentraría en dos partes: atacar al General enemigo y el detener las oleadas enemigas, sea quien fuere que estuviera dominando el centro de la ciudad. La ventaja que tomaron los ciudadanos les sirvió y mucho para esperar a los caóticos de una manera más organizada.

La batalla seguía su curso, con los ciudadanos dominando el centro de la ciudad y a la vez golpeando sin respirar al General Zirak que a gritos pedía ayuda de sus fieles caóticos. Por momentos los caóticos parecían avanzar, atacando desde las casas y los comercios de la ciudad, pero los ciudadanos reponían sus fuerzas, dejaban de lado un momento al General caótico y hacían frente a la oleada enemiga. El General Zirak al ver que su ejército no lograba avanzar con firmeza, llamó al General Coonrack para que ayudara a su ejército. El llamado a esta importante figura tomó por sorpresa a los ciudadanos, y además mostró un gran poder, terminando con la vida de varios luchadores con pocos golpes. Su poder era temible y los ciudadanos trataban de evitarlo, inmovilizándolo sin atacarlo, ya que parecía inmortal. La ayuda de Coonrack fue importante para que el Caos avance y penetre hasta el centro de la ciudad en donde el combate era cada vez más feroz.

Finalmente lograron establecerse y atacar al General Eloryan que se encontraba solo. Pero esto duró unos instantes, ya que el ejército real se hizo presente nuevamente, fortalecidos y unidos, para destruir las fuerzas caóticas que querían apoderarse de la situación. De este modo, los reales continuaron con la matanza de los criminales a tal punto que solo quedaban ciudadanos en el centro de la ciudad. Juntos atacaron con todas sus fuerzas a los Generales caóticos, con tanta furia que éstos no pudieron pronunciar palabra de ayuda ni de dolor.

Así, el General Zyrak moría en manos del Ejécito de la Alianza y sentenciaba la victoria para la facción Real. Los ciudadanos se reunieron en el centro de la ciudad, y con gritos alegóricos como “¡VICTORIA!” y “¡VIVA EL REY!” celebraron el triunfo y acompañaron al General Eloryan que se mostraba orgulloso de sus defensores. No pasó mucho tiempo que, a lo lejos, se escuchó el resonar de los tambores y el sonido lírico de las trompetas anunciando la llegada de una entidad Real. Así fue que, entre medio de una caballeriza, hacía su aparición el Rey Tanis junto con un ejército de soldados y magos, dispuestos a erradicar a los caóticos y neutrales enemigos de las tierras de Ullathorpe, más bien dicho, tierras Reales de Ullathorpe. El Rey se estableció en el Oeste de la ciudad y los ciudadanos dieron cuenta de la magnitud de su victoria: lograron conquistar la ciudad de Ullathorpe, la cual históricamente había sido tierra sin dueño. De esta forma, los ciudadanos se encontraban reforzados, teniendo en jaque y sitiada a la ciudad de Arghal. Y por otro lado, los caóticos se presentan debilitados por esta vital oportunidad perdida.

¿Qué nos deparará el futuro de las Tierras del Fénix? ¿Los ciudadanos queriendo expandirse más aún ante este diezmado Ejército caótico? ¿O los caóticos dirán que no está muerto quien pelea, y tomarán una actitud ofensiva por sorpresa?
Los interrogantes pueden ser muchos, pero lo cierto es que las próximas batallas definirán el destino de las facciones y de los habitantes de las Tierras del Fénix.