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Leyendas. La caida de los gigantes
Vie 03 Dic 2010, 10:58
Todo estaba dicho, el tiempo no correría más y las estaciones no cambiarían hasta que la última batalla iniciara. Como en una historia sin fin que se repite una y otra vez, los soldados de La Alianza, agotados de tanta muerte y destrucción, se reunieron en la ciudad de Ullathorpe por orden de los grandes reyes que aún sobrevivían. El objetivo, como tantas veces lo fue, era destruir el mal; pero esta vez era diferente a los intentos anteriores, ahora La Alianza estaba dispuesta a dar hasta la última gota de su sangre con tal de eliminar a Lord Thek. Fue así como todo comenzó.
Quién sabe cuántos eran los soldados convocados en la ciudad comercial recientemente reconquistada, algunos hablaban de miles, otros de decenas de miles y, hasta algunos, se aventuraron a decir que si se contaban a todos los soldados que aún restaban por llegar desde las otras ciudades, el número arañaría los doscientos mil. Al frente de todo este ejército se encontraban Annatar Arien, quien guió una de las famosas caravanas, y Sir Neaniver, un oficial de alto rango de cabellos castaños y mirada fiera de la raza de los hombres. Ambos, por órdenes de los Reyes, guiarían al grueso del ejército hasta Arghal, donde iniciarían la batalla mientras esperaban a los demás. Y así fue. En vano es volver a contar el camino recorrido decenas de veces a lo largo de la historia, por lo que comenzaré a relatar desde que ambas tropas, las de Lord Thek y las de La Alianza, se encontraron.
Del lado de Arghal se encontraban Lord Brevyan y del General Coonrack, este último muy reconocido por su victoria en la batalla de las Islas de Nueva Esperanza. Sea dicho de paso, tal vez se pregunten cómo Coonrack, quien murió en la batalla de Ullathorpe, se encontraba allí. Pues no deben olvidar que Lord Thek es el Amo y Señor de la Oscuridad y que las almas de sus súbditos le pertenecen, por lo que, con magias que son desconocidas para los sacerdotes de La Alianza, el Caos pudo traer a la vida a varios de sus oficiales más poderosos. Pero volviendo a Lord Brevyan y al General Coonrack, ellos tenían la orden de esperar el ataque ya conocido en las cercanías de la ciudad amurallada, pues allí, en el calor del desierto y en la furia de las tormentas de arena, tendrían franca ventaja. Sin embargo, la lucha comenzó con tal fuego y odio entre los enemigos que rápidamente los fieles de Lord Thek se vieron obligados a retroceder a la ciudad, donde la batalla ocupo calles y casas, donde no hubo clemencia ni para el oponente ni para el inocente que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado: la sangre de las distintas razas se mezclaron en las arenas y el lago de la ciudad comenzó a teñirse de rojo mientras los cuerpos muertos caían allí uno tras otro.
Entre toda esta masacre, Annatar Arien cayó herida por una flecha envenenada de un arquero enano que, disparando a la multitud tuvo la suerte de asestarle un golpe letal a la apreciada líder. Sin embargo Lord Brevyan también cayó, tal vez de una forma más digna de un guerrero de su clase. Siendo hábil en el uso de la maza y de la magia, Brevyan se abalanzó desde el principio contra sus rivales, asestando golpe tras golpe con su poderosa arma y cocinando vivos con llamas mágicas a quienes se le cruzaban a su paso. Se necesitaron tres guerreros enanos equipados con hachas, tres arqueros elfos y dos hechiceros de la raza de los gnomos para poder atravesar su gruesa armadura y así, darle un golpe letal al cuello. Luego, cuando la batalla parecía estancarse, el General Coonrack vuelve a morir de una manera muy extraña, ya que no fue causada por una herida, sino fue una muerte repentina, como si su alma dejara su cuerpo en un segundo. Quienes analizaron lo ocurrido luego supusieron que las técnicas de reencarnación de Lord Thek aún no estaban perfeccionadas y que solo podían traer a la vida a los muertos por un período de tiempo.
Esta desagradable sorpresa obligó al Amo Oscuro a reorganizar su estrategia: la ciudad, tras cinco días de una lucha interminable, estaba casi perdida, debía escapar de allí y llevarla a un lugar donde tuviera aún mayor ventaja. Así que, llamando al General Zirak... Sí, el General Zirak, el mismo que murió en la batalla de Ullathorpe estaba nuevamente vivo. Así, Amo y súbdito, junto a un grupo de soldados de élite, escaparon hacia el sur y hacia el este, en dirección al cementerio. Desafortunadamente para el Señor del Mal un individuo, conocido como "El Rey Loco" los vio desde lejos y, utilizando su magia, avisó a Sir Neaniver del escape.
Los soldados sobrevivientes de ambas facciones continuaron luchando dos días más mientras se movían hacia el cementerio. Allí, entre tumbas y más muertos, se masacraron sin el más mínimo sentimiento de empatía por el enemigo. Era normal que los soldados del caos sean crueles, pero en aquella ocasión incluso los nobles de La Alianza disfrutaban torturando a los rivales antes de matarlos o dejarlos morir del dolor. Entonces, en medio de la lucha, el suelo comenzó a temblar. Una pequeña capilla se desmoronó cuando desde sus cimientos brotó una inmensa puerta de unos cien metros de alto por treinta de ancho, construida en metales negros y decorada -si es que a eso se le podría llamar decoración- con miles de cráneos humanos. Esas eran las puertas al mismísimo infierno, la última fortaleza de Lord Thek.
Quién sabe cuántos eran los soldados convocados en la ciudad comercial recientemente reconquistada, algunos hablaban de miles, otros de decenas de miles y, hasta algunos, se aventuraron a decir que si se contaban a todos los soldados que aún restaban por llegar desde las otras ciudades, el número arañaría los doscientos mil. Al frente de todo este ejército se encontraban Annatar Arien, quien guió una de las famosas caravanas, y Sir Neaniver, un oficial de alto rango de cabellos castaños y mirada fiera de la raza de los hombres. Ambos, por órdenes de los Reyes, guiarían al grueso del ejército hasta Arghal, donde iniciarían la batalla mientras esperaban a los demás. Y así fue. En vano es volver a contar el camino recorrido decenas de veces a lo largo de la historia, por lo que comenzaré a relatar desde que ambas tropas, las de Lord Thek y las de La Alianza, se encontraron.
Del lado de Arghal se encontraban Lord Brevyan y del General Coonrack, este último muy reconocido por su victoria en la batalla de las Islas de Nueva Esperanza. Sea dicho de paso, tal vez se pregunten cómo Coonrack, quien murió en la batalla de Ullathorpe, se encontraba allí. Pues no deben olvidar que Lord Thek es el Amo y Señor de la Oscuridad y que las almas de sus súbditos le pertenecen, por lo que, con magias que son desconocidas para los sacerdotes de La Alianza, el Caos pudo traer a la vida a varios de sus oficiales más poderosos. Pero volviendo a Lord Brevyan y al General Coonrack, ellos tenían la orden de esperar el ataque ya conocido en las cercanías de la ciudad amurallada, pues allí, en el calor del desierto y en la furia de las tormentas de arena, tendrían franca ventaja. Sin embargo, la lucha comenzó con tal fuego y odio entre los enemigos que rápidamente los fieles de Lord Thek se vieron obligados a retroceder a la ciudad, donde la batalla ocupo calles y casas, donde no hubo clemencia ni para el oponente ni para el inocente que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado: la sangre de las distintas razas se mezclaron en las arenas y el lago de la ciudad comenzó a teñirse de rojo mientras los cuerpos muertos caían allí uno tras otro.
Entre toda esta masacre, Annatar Arien cayó herida por una flecha envenenada de un arquero enano que, disparando a la multitud tuvo la suerte de asestarle un golpe letal a la apreciada líder. Sin embargo Lord Brevyan también cayó, tal vez de una forma más digna de un guerrero de su clase. Siendo hábil en el uso de la maza y de la magia, Brevyan se abalanzó desde el principio contra sus rivales, asestando golpe tras golpe con su poderosa arma y cocinando vivos con llamas mágicas a quienes se le cruzaban a su paso. Se necesitaron tres guerreros enanos equipados con hachas, tres arqueros elfos y dos hechiceros de la raza de los gnomos para poder atravesar su gruesa armadura y así, darle un golpe letal al cuello. Luego, cuando la batalla parecía estancarse, el General Coonrack vuelve a morir de una manera muy extraña, ya que no fue causada por una herida, sino fue una muerte repentina, como si su alma dejara su cuerpo en un segundo. Quienes analizaron lo ocurrido luego supusieron que las técnicas de reencarnación de Lord Thek aún no estaban perfeccionadas y que solo podían traer a la vida a los muertos por un período de tiempo.
Esta desagradable sorpresa obligó al Amo Oscuro a reorganizar su estrategia: la ciudad, tras cinco días de una lucha interminable, estaba casi perdida, debía escapar de allí y llevarla a un lugar donde tuviera aún mayor ventaja. Así que, llamando al General Zirak... Sí, el General Zirak, el mismo que murió en la batalla de Ullathorpe estaba nuevamente vivo. Así, Amo y súbdito, junto a un grupo de soldados de élite, escaparon hacia el sur y hacia el este, en dirección al cementerio. Desafortunadamente para el Señor del Mal un individuo, conocido como "El Rey Loco" los vio desde lejos y, utilizando su magia, avisó a Sir Neaniver del escape.
Los soldados sobrevivientes de ambas facciones continuaron luchando dos días más mientras se movían hacia el cementerio. Allí, entre tumbas y más muertos, se masacraron sin el más mínimo sentimiento de empatía por el enemigo. Era normal que los soldados del caos sean crueles, pero en aquella ocasión incluso los nobles de La Alianza disfrutaban torturando a los rivales antes de matarlos o dejarlos morir del dolor. Entonces, en medio de la lucha, el suelo comenzó a temblar. Una pequeña capilla se desmoronó cuando desde sus cimientos brotó una inmensa puerta de unos cien metros de alto por treinta de ancho, construida en metales negros y decorada -si es que a eso se le podría llamar decoración- con miles de cráneos humanos. Esas eran las puertas al mismísimo infierno, la última fortaleza de Lord Thek.
- MagneSoNivel 2
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Re: Leyendas. La caida de los gigantes
Vie 21 Ene 2011, 14:27
Alta historia xD muy buena ... La inventaste vos?
Lore- Advertido, robo de post.
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