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Leyendas. La nueva cara del mal.
Vie 03 Dic 2010, 10:59
Como es sabido, tras la última Gran Guerra de la era anterior, Lord Thek y varios de sus oficiales más importantes murieron. Pero… ¿En verdad murió Lord Thek, Amo y Señor de la Oscuridad, que poseía una fortaleza en el mismísimo infierno y era capaz de traer a los muertos a la vida? Pues, la respuesta es algo compleja.
Se ha contado en cientos de leyendas que desde el primer Rey del Mal, Hemdul el Macabro y sus Grandes Siete hasta Sirius Manta Negra y su Concilio de las Tinieblas, un grupo de demonios poderosos, condenados a vagar en el mundo de los vivos, han saltado de cuerpo en cuerpo a través de los tiempos. Y, tras la muerte de Lord Thek, algo similar ocurrió: su demonio interno, el más poderoso y macabro de todos, el que trajo a todos los demás y los tiene bajo su poder, “saltó” del cuerpo del elfo oscuro hacia otro. Sin embargo, sobre quién cayó la maldición, La Alianza no tenía formas de saber.
Los únicos que entendían la verdad sobre el tema eran los mismísimos Grandes Siete, cuyos demonios estaban ligados a los del Amo. Así fue como apareció en escena un guerrero de la raza de los hombres llamado Marduk. Él, que fue uno de los Grandes Siete, tal vez el más poderoso de todos ellos, sintió el llamado de su Señor. Pero Arghal se encontraba en un total caos y los sobrevivientes del Concilio se disputaban el trono, ignorando lo que los Grandes Siete sabían –ya que para el tiempo de Lord Thek el Concilio estaba conformado por los Grandes Siete y una serie de oficiales menores-. Fue necesario entonces comenzar a forjar el camino del nuevo Señor del Caos.
Marduk, cuya voluntad era más fuerte que el hierro forjado y su espada más destructiva que un rayo, que con su edad rondando los cincuenta años pasó casi toda su vida en el frente de batalla y que era temido por enemigos y amigos, se proclamó Gran Mariscal del Concilio, tomando las riendas de este. De este modo, comenzó a organizar a los oficiales menores de modo que la reconstrucción de la ciudad comenzara inmediatamente, despreocupados de La Alianza que también pasaba por una grave crisis. Aquí aparece otro personaje importante: el enano Radgost. Este pirata, hábil en el comercio, las negociaciones y todo en lo que se manejaran monedas de oro, lideró el renacimiento económico del Reino de Arghal, que alcanzaría así una gloria nunca antes imaginada.
Encaminada la reconstrucción, el Gran Mariscal Marduk comenzó un viaje por todas las tierras conocidas, guiado por el llamado del Amo. Así recorrió montañas y valles, lagos, ríos y mares, ciudades y pueblos, hasta que, en las inmediaciones de Nix, finalmente lo encontró: el mas fuerte de los demonios de todos los tiempos, el indestructible mal, había ocupado el cuerpo de un muchacho llamado Azimuth, un joven ladronzuelo sin pasado ni presente pero con un nuevo futuro. Así, cuando ambos se vieron, el Señor del Caos despertó en el interior del muchacho, revelándole todo lo que debería hacer desde ese momento hasta el de su muerte.
Aquella tarde nació Lord Azimuth, Rey de la Nueva Arghal, que con la ayuda del Gran Mariscal Marduk y el Gran Oficial Radgost transformaría los sueños de La Alianza en pesadillas. Sin embargo era necesario esperar un tiempo más, ya que el Caos no contaba ni con una ciudad ni con fuerzas suficientes aún. Pero para un demonio que ha estado durante eras entre los mortales ¿qué le molesta esperar un par de años más?
Se ha contado en cientos de leyendas que desde el primer Rey del Mal, Hemdul el Macabro y sus Grandes Siete hasta Sirius Manta Negra y su Concilio de las Tinieblas, un grupo de demonios poderosos, condenados a vagar en el mundo de los vivos, han saltado de cuerpo en cuerpo a través de los tiempos. Y, tras la muerte de Lord Thek, algo similar ocurrió: su demonio interno, el más poderoso y macabro de todos, el que trajo a todos los demás y los tiene bajo su poder, “saltó” del cuerpo del elfo oscuro hacia otro. Sin embargo, sobre quién cayó la maldición, La Alianza no tenía formas de saber.
Los únicos que entendían la verdad sobre el tema eran los mismísimos Grandes Siete, cuyos demonios estaban ligados a los del Amo. Así fue como apareció en escena un guerrero de la raza de los hombres llamado Marduk. Él, que fue uno de los Grandes Siete, tal vez el más poderoso de todos ellos, sintió el llamado de su Señor. Pero Arghal se encontraba en un total caos y los sobrevivientes del Concilio se disputaban el trono, ignorando lo que los Grandes Siete sabían –ya que para el tiempo de Lord Thek el Concilio estaba conformado por los Grandes Siete y una serie de oficiales menores-. Fue necesario entonces comenzar a forjar el camino del nuevo Señor del Caos.
Marduk, cuya voluntad era más fuerte que el hierro forjado y su espada más destructiva que un rayo, que con su edad rondando los cincuenta años pasó casi toda su vida en el frente de batalla y que era temido por enemigos y amigos, se proclamó Gran Mariscal del Concilio, tomando las riendas de este. De este modo, comenzó a organizar a los oficiales menores de modo que la reconstrucción de la ciudad comenzara inmediatamente, despreocupados de La Alianza que también pasaba por una grave crisis. Aquí aparece otro personaje importante: el enano Radgost. Este pirata, hábil en el comercio, las negociaciones y todo en lo que se manejaran monedas de oro, lideró el renacimiento económico del Reino de Arghal, que alcanzaría así una gloria nunca antes imaginada.
Encaminada la reconstrucción, el Gran Mariscal Marduk comenzó un viaje por todas las tierras conocidas, guiado por el llamado del Amo. Así recorrió montañas y valles, lagos, ríos y mares, ciudades y pueblos, hasta que, en las inmediaciones de Nix, finalmente lo encontró: el mas fuerte de los demonios de todos los tiempos, el indestructible mal, había ocupado el cuerpo de un muchacho llamado Azimuth, un joven ladronzuelo sin pasado ni presente pero con un nuevo futuro. Así, cuando ambos se vieron, el Señor del Caos despertó en el interior del muchacho, revelándole todo lo que debería hacer desde ese momento hasta el de su muerte.
Aquella tarde nació Lord Azimuth, Rey de la Nueva Arghal, que con la ayuda del Gran Mariscal Marduk y el Gran Oficial Radgost transformaría los sueños de La Alianza en pesadillas. Sin embargo era necesario esperar un tiempo más, ya que el Caos no contaba ni con una ciudad ni con fuerzas suficientes aún. Pero para un demonio que ha estado durante eras entre los mortales ¿qué le molesta esperar un par de años más?
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